La Ciudad de Buenos Aires se extiende sobre una superficie de 203 km2. El 30,4 por ciento de esta superficie (equivalente a 61 km2) presenta cobertura vegetal, definida como la masa vegetal emplazada en suelos absorbentes y no absorbentes, identificables gracias a la fotogrametría.
Desde la Dirección General de Datos, Estadística y Proyección Urbana se releva información de primera mano, complementaria a la provista por otras áreas de Gobierno, y se articula con tecnología aplicada como, en este caso, la fotogrametría aérea que hace posible delimitar con precisión centimétrica las parcelas, manzanas y todo hecho físico sobre el territorio, como plazas, parques y mobiliario urbano.
La cámara del vuelo cuenta, además, con un sensor infrarrojo que permite identificar la masa vegetal con una certeza del 100 por ciento. Gracias a este sensor es posible, no sólo distinguir la vegetación (en color rojizo), sino también conocer su salubridad cuando se manifiesta de forma más brillante, ya que la masa vegetal refleja más fácilmente la energía frente a la luz infrarroja.
El objetivo de este proyecto, como el de cada uno de los que se desarrollan en el área, es la generación de nueva información con valor agregado que permita la toma de decisiones acertadas para la planificación urbana estratégica.
En ese sentido, a partir del Informe de Cobertura Vegetal se puede conocer la cobertura arbórea de los barrios y su continuidad en cada arteria de la Ciudad; entender la relación entre los espacios verdes de acceso libre, restringido y privado; observar su relación con la densidad de población, la morfología de cada zona y los usos del suelo; identificar los sitios con déficit de verde en el espacio público; e incluso estudiar la conformación de los pulmones de manzana o establecer relaciones entre la presencia de masa vegetal, el valor del suelo y los indicadores de sustentabilidad urbana.
En las ciudades la cobertura vegetal no sólo cumple funciones ambientales, sino también sociales. Una buena trama arbórea, por ejemplo, aumenta el bienestar y mejora la calidad de vida de los habitantes, aumenta la infiltración de agua en el suelo y disminuye la temperatura, colabora con la absorción del dióxido de carbono, reduce los niveles de ruido y la contaminación atmosférica, y cumple funciones de tipo arquitectónico como dar privacidad, enfatizar vistas y reducir la luz intensa.
En definitiva, una ciudad más verde, es una ciudad más habitable. Por eso, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la Ciudad se compromete a trabajar en la generación de nuevas hectáreas de espacio verde público de calidad y el fortalecimiento de la cobertura vegetal para lo cual es indispensable un diagnóstico adecuado; y es frente a ese desafío que este Informe se convierte en una herramienta que facilita información territorial clave para la formulación de metas claras y la generación de indicadores para el control y medición de resultados de la gestión pública.