Los drones han irrumpido ofreciendo multitud de usos a la agricultura, permitiendo la observar las explotaciones agrícolas desde el aire y ofreciendo información valiosa para la toma de decisiones.
Los drones pueden llevar incorporados cámaras multiespectrales y termográficas que analizan la incidencia de los rayos solares sobre el terreno o la vegetación. Gracias al uso de estas cámaras se puede determinar qué zonas están más húmedas o más secas, determinar la madurez de un cultivo, incluso determinar la cantidad de clorofila o de nitratos.
Normalmente este tipo de vuelos se planifican previamente en un software que nos permite trazar una ruta recogiendo datos para su posterior análisis, lo que denominamos vuelos por waypoints. Las variables que vamos a manejar al planificar estos vuelos principalmente son: la altura, la velocidad y la dirección, aunque existen otros factores a tener en cuenta como, orografía del terreno, presencia de masas de agua etc. Podemos dejar que la cámara tome las fotos de manera automática, o podemos escoger el momento exacto en el que deseamos que las cámara empiecen a recoger información.
También será necesario recoger datos de puntos con precisión mediante GPS en el terreno, los denominados puntos de apoyo. Estos puntos dotarán al proyecto fotogramétrico de precisión suficiente para poder trabajar a escala de planta individual. Existen casos en los que el geoposicionamiento que proporciona el gps integrado en el drone puede ser suficiente para la realización de ciertos trabajos.
Actualmente existen en el mercado varias soluciones a nivel de softwares que permiten procesar los datos obtenidos por los drones, como puede ser PIX4D o Photoscan. El procesado fotogramétrico permite la generación de ortoimágenes RGB o de distintas bandas espectrales. El tratamiento de estas bandas permiten obtener información relevante para la gestión de las plantaciones.